
Marcando el inicio de la Semana Santa, el Domingo de Ramos inicia el ciclo de celebraciones que marcan el final de la cuaresma. La preparación de ramos de palma, traídos desde las comunidades de tierra caliente, genera una imagen de vida y celebración de la naturaleza y permite trasladar al hogar la bendición de estos ramos que han visitado los templos en la celebración del domingo.



Durante la Semana Santa las iglesias reciben a la comunidad católica que expresa su devoción y dedicación al Cristo martirizado. Las ofrendas de flores con las que se limpia a las imágenes y quienes las visitan simbolizan el poder redentor de la muerte de Cristo.







La representación de la pasión y muerte de Jesucristo marcan el momento de la desesperanza y el arribo de la obscuridad ante la pérdida del Redentor.
El barrio de Mexicanos escenifica una procesión por toda la ciudad, en la que las estaciones del Vía Crucis refuerzan la brutalidad experimentada por el Cristo Redentor.












El Sábado Santo está marcado por el mundo abandono por Jesús. Las iglesias permanecen cerradas y es palpable un sentimiento de pena y recogimiento en la vida de la ciudad.
Al finalizar el Sábado Santo la venganza se expresa en la quema de los Judas. Los enemigos del pueblo son representados y sujetos al escarnio generalizado, antes de ser quemados para concluir la noche antes de la resurrección de Jesús.




La Semana Santa concluye con la celebración de la resurrección de Jesús el Domingo de Pascua. Completando el ciclo de celebraciones la fuerza redentora de la Semana Santa prepara la celebración de la feria de la ciudad.



























Marcando el inicio de la Semana Santa, el Domingo de Ramos inicia el ciclo de celebraciones que marcan el final de la cuaresma. La preparación de ramos de palma, traídos desde las comunidades de tierra caliente, genera una imagen de vida y celebración de la naturaleza y permite trasladar al hogar la bendición de estos ramos que han visitado los templos en la celebración del domingo.
Durante la Semana Santa las iglesias reciben a la comunidad católica que expresa su devoción y dedicación al Cristo martirizado. Las ofrendas de flores con las que se limpia a las imágenes y quienes las visitan simbolizan el poder redentor de la muerte de Cristo.
La representación de la pasión y muerte de Jesucristo marcan el momento de la desesperanza y el arribo de la obscuridad ante la pérdida del Redentor.
El barrio de Mexicanos escenifica una procesión por toda la ciudad, en la que las estaciones del Vía Crucis refuerzan la brutalidad experimentada por el Cristo Redentor.
El Sábado Santo está marcado por el mundo abandono por Jesús. Las iglesias permanecen cerradas y es palpable un sentimiento de pena y recogimiento en la vida de la ciudad.
Al finalizar el Sábado Santo la venganza se expresa en la quema de los Judas. Los enemigos del pueblo son representados y sujetos al escarnio generalizado, antes de ser quemados para concluir la noche antes de la resurrección de Jesús.
La Semana Santa concluye con la celebración de la resurrección de Jesús el Domingo de Pascua. Completando el ciclo de celebraciones la fuerza redentora de la Semana Santa prepara la celebración de la feria de la ciudad.